Por Ernesto E. Jiménez Morales

Economista y Analista Internacional

El «Plan de Paz de 20 puntos», impulsado por Donald Trump y el primer ministro israelí Benjamín Netanyahu, se presenta como un intento audaz de resolver el conflicto en Gaza. Sin embargo, su efectividad debe ser examinada más allá de sus medidas inmediatas, considerando las complejas dinámicas regionales e internacionales que afectan la situación.

Primero, es vital abordar las graves acusaciones  que pesan sobre el gobierno israelí, respaldadas por múltiples naciones y organismos internacionales. Estas denuncias no solo son críticas morales, sino que también impactan la percepción global de Israel y la legitimidad de sus acciones. El plan de Trump, al proponer un alto el fuego y la desmilitarización de Gaza, intenta aliviar esta presión internacional y ofrecer una alternativa viable para la estabilidad regional.

Uno de los pilares de este plan es la creación de una Fuerza Internacional de Estabilización (ISF). No obstante, su éxito dependerá de una coordinación efectiva entre potencias como Estados Unidos, Rusia, China, la Unión Europea y por supuesto las naciones árabes. Este enfoque multilateral podría dotar de mayor legitimidad al proceso, siempre que la ISF opere bajo la supervisión del Consejo de Seguridad de la ONU, garantizando la integridad de las operaciones de paz.

Otra propuesta clave es el establecimiento de un Observatorio Internacional para la Paz (OIP), que podría ser liderado por Costa Rica. Este organismo no solo supervisaría el cumplimiento de los acuerdos, sino que también podría servir como modelo para resolver otros conflictos internacionales, como el de Rusia, Ucrania y la OTAN. Para un país sin ejército y con una tradición pacífica como Costa Rica, liderar esta iniciativa podría reforzar su posición en la comunidad internacional, ofreciendo una oportunidad valiosa para contribuir al diálogo sobre paz y seguridad.

El «Observatorio Internacional para la Paz» debería enfocarse en monitorear el cumplimiento de los acuerdos, facilitar el diálogo entre las partes, proporcionar reparación a las víctimas y apoyar la reconstrucción de las zonas afectadas. Garantizar la participación activa de las partes en conflicto y el acompañamiento internacional será esencial para su implementación. Esto no solo beneficiaría a la población gazatí, sino que también ofrecería garantías de seguridad a los israelíes, creando un espacio propicio para la reconciliación.

La construcción de confianza entre israelíes y palestinos es fundamental para lograr una paz duradera y sostenible.

En resumen, el «Plan de Paz de 20 puntos» tiene el potencial de poner fin a un conflicto que ha perdurado por décadas. Sin embargo, su éxito dependerá de la voluntad política de las partes involucradas y de la capacidad de la comunidad internacional para actuar de manera coordinada. La implicación activa de un país como Costa Rica en la creación del «Observatorio Internacional para la Paz» podría representar un avance significativo hacia un futuro más pacífico en la región y a nivel global.

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