Por Luis Castrillo Marín.
Una simple búsqueda de información en “San Google” permite conocer que por lo menos desde el año 2022 el Gobierno de la República empezó con la cantaleta de que “ya casi, pero ya casi”, se iban a iniciar los trabajos para reparar la pista del Aeropuerto Internacional Daniel Oduber de Liberia.
Ese discurso trillado es una copia al carbón de lo que sucede con la carretera Limonal-Barranca. Ya olvidé la cantidad de veces que las Oficinas de Prensa del Poder Ejecutivo han anunciado con bombos y platillos que los trabajos en esa ruta “terminarán muy pronto”; sin embargo, pasan los días, los meses y los años sin que se vea la luz al final del túnel en esa constante venta de humo.
Ahora con el cierre de la terminal aérea en suelo liberiano volveremos a escuchar las mismas frases cansinas (“llovió mucho”, “es culpa del clima”, etc, etc) que la verdad suenan a disco rayado para satisfacer el gusto de quienes aman las excusas en lugar de pedir rendición de cuentas a los funcionarios públicos.
Lo único cierto es que los aguaceros de los últimos días solamente terminaron de estropear una pista que ya mostraba signos evidentes de necesitar un trabajo en profundidad como lo han señalado varios estudios técnicos que de seguro estarán guardados en los anaqueles ministeriales.
Pero como nunca se llevó a cabo una obra definitiva en relación con este tema, ahora los aguaceros terminaron de agrandar un problema existente desde hace al menos un par de años, entonces aquí la pregunta es muy sencilla ¿Qué ha hecho el Gobierno de la República todo ese tiempo atrás? ¿Cuándo terminarán los burócratas de pasarse la pelota unos a otros en gestiones interminables mientras le ocasionan un daño terrible a la principal actividad económica (el turismo) de Guanacaste?
Seguramente en los próximos días veremos otro remedio momentáneo, un paliativo o como dice la chota popular un caldo de pollo hecho a la carrera para salir del paso, con el fin de que la pista del Aeropuerto esté en una condición de mínimo operativo porque pedir una solución definitiva parece que sería esperar demasiado máxime cuando se está en la recta final de esta (des) administración experta en repartir culpas a diestra y siniestra.
El cierre del aeropuerto durante cuatro días -aunque comprensible por la seguridad de los pasajeros- era perfectamente evitable con una gestión de política pública ágil y eficiente en esta materia que es de vital importancia para nuestra provincia.
La cantinela de culpar al temporal de los últimos días es bastante cuestionable porque en el pasado también hemos tenido fenómenos climáticos parecidos (huracán Bonnie en el 2022) que contradicen esa narrativa repetida sin mayores cuestionamientos por una parte de la prensa encantada de servir como parlante reproductor de la versión oficial antes que cuestionar y guardar distancia de las fuentes de información.
Por lo menos queda establecido un cuestionamiento en cuanto a la telenovela de la pista del Aeropuerto de Liberia ¿Qué ha sido más perjudicial? ¿La llovedera de los últimos días o la ineficiencia gubernamental en relación con este tema?